Por estos días, las administraciones locales y regionales se enfrentan al reto de construir el plan de desarrollo que orientará su actuación y definirá la agenda programática de sus gobiernos para los cuatro años que está a cargo la administración de los recursos y acciones sobre de las ciudades y departamentos, respondiendo a los programas de gobiernos que presentaron previos a su elección y que generaron confianza en el electorado.
Para alcanzar la gestión de planes de desarrollo que incidan en transformaciones positivas en el territorio y responder a las expectativas del electorado, se debe apuntar a mejorar la calidad de vida de las personas en general y atender a temas coyunturales de cada contexto, reconocer las lógicas propias y las potencialidades del municipio o el departamento, atender temas coyunturales, vincular actores de todo tipo en la etapa de formulación y ejecución de las metas concretas, además de identificar como las acciones ejecutadas inciden en las dinámicas nacionales y globales.
Hoy se hace necesario apuntar a asuntos que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos, acciones que incidan en la agende en las potencialidades y problemáticas propias, del país y globales en temas de interés como lo ambientales, social, movilidad, económico, entre otros. No replicar o extraer elementos de otros planes de desarrollo y enfrentarse al reto de generar verdaderos escenarios de cocreción y corresponsabilidad que apunten a visiones conjuntas de bienes y desarrollo territorial.