En los años 60, cuando la profesión de la comunicación era joven e inmadura se pensaba que la relación con los medios masivos de comunicación lo era todo y que comunicar era salir en los medios.
Hoy las cosas han cambiado profundamente y ni la prensa es la protagonista, ni hay medios masivos, ni la comunicación se debe basar en estrategias de mass media, ni el boletín – ese amigo prehistórico de tantas oficinas de comunicaciones- sobrevive tal cual como era en su origen.
Lo primero es diferenciar boletín, de comunicado y los dos primeros de gacetilla. El primero es un texto informativo, el segundo una postura oficial y el tercero un resumen de acontecimientos interconectados sobre un tema, evento o frente informativo de una organización.
Hoy las salas de redacción reciben miles de boletines, comunicados y gacetillas al día y a lo sumo eligen de esa remisión del 5 al 8 % de la información que publican. El resto les llega por otros canales como: llamadas telefónicas, redes sociales, rumores, conversaciones en un pasillo, invitaciones, relaciones públicas y otros canales mucho más poderosos que el lánguido, triste y desgastado boletín de prensa y sus dos hermanos y compañeros en el ancianato.